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I Estudio de las Proporciones

El primer ejercicio consisitió en el trazo de una letra; la inicial de cada alumno particularmente.

El ejercicio se realizó con técnica de pincel para que se comprendiera el "fluir" de la tipografía.

Los resultados del ejercicio fueron interesantes. El enfrentamiento del trazo tipográfico con los diseñadores no suele ser tan sencillo como parece, ya que la tipografía es un arte de mucha destreza y cuidado.

Hubo una tendencia por parte de los alumnos inicialmente a desarrollo de tipografías con pesos light, sin embargo, al transcurrir el ejercicio, la misma "relativa" facilidad de trabajar con proporciones más engrosadas terminó por acercarlos al diseño de letras de proporciones normales o incluso bold.

Se analizaron sus distintos ejercicios y boceto tras boceto se fueron corrigiendo las proporciones; las distancias entro los fustes, las curvas e incluso las dimensiones correctas de cada tipo.

Las conclusiones de este primer ejercicio son mucho más relevantes que los resultados mismos en sí, ya que lo que se buscó fue la interacción más real del diseñador con un mundo que normalmente sólo conocemos a través de la computadora y ya no del contacto real. Había que sensibilizarlos nuevamente al desarrollo visual y a la apreciación de los cambios en las proporciones de sus letras, así como generarles un criterio para evaluar y decidir la mejor solución formal y estética de las mismas.

Habrá que recordar siempre lo que decía Og Mandino. "Sólo aquel que no lo intenta está libre de la preocupación de tropezar."

 

Es necesario que el diseñador vuelva a ponerse en contacto con la apreciación visual, la sensibilización y el desarrollo de las bases del diseño.

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II La figura y el fondo/ Integración Tipográfica

El segundo ejercicio consistió en intercambiar el ejercicio anterior con un compañero, de manera que cada alumno tuviera dos letras.

Seguidamente se les dió la instrucción de combinar esas dos formas en un juego positivo/negativo. Con este ejercicio lo que se buscó fue seguir aumentando la sensibilidad gráfica y visual de los alumnos (recordando que no todos eran diseñadores); acostumbrar sus ojos a ver diferentes opciones, a estudiar un problema bajo diferentes perspectivas y plantear sobre éste diversas soluciones.

Los diseñadores gráficos no somos artistas, no obstante cometemos un tremendo error, pretendemos en muchas ocasiones resolver un problema de diseño con “La Idea Primera”; es decir, ese pensamiento inicial que viene a nuestra mente y que concebimos como perfecto y ad hoc desde el primer momento. La realidad es que la solución no provendrá de la inspiración sino del trabajo constante; la creatividad no surge del espíritu bohemio sino de la labor incansable y el ensayo de muchas alternativas para hallar la mejor respuesta a una necesidad.

Dentro de aspectos más gráficos, los alumnos comprendieron que la tipografía no es sólo la forma negra sobre el fondo blanco; la tipografía también es también ese conjunto de espacios vacíos que son quienes en realidad, delimitan la figura negra. Nuevamente, es cuestión de re-educar al ojo, que está acostumbrado sólo a ver lo “de siempre” sin cuestionarse más allá.

La integración tipográfica no es simple, aunque los resultados puedan parecer muy objetivos, claros y francos.

 

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III La Abstracción de un Objeto

Los alumnos habían tenido ya su primer encuentro con formas en 2 dimensiones; formas que cualquier diseñador “en teoría” juraría conocer a la perfección, pero que en “la práctica” no resulta ser así, en la mayoría de los casos.

Ahora se trataba de enfrentar un objeto en 3 dimensiones. Para ello, nos dimos a la tarea de buscar una lectura de la cual pudieramos obtener objetos representativos. El texto seleccionado fue el ensayo “Los hijos de la malinche” del escritor mexicano Octavio Paz, donde son narradas muchas de las formas de ser y los porqués de los mexicanos, dentro de ellas, el machismo.

Se seleccionaron tres objetos que de algún modo nos pudieran connotar el sentido de la lectura: Una sandalia para mujer, una botella de tequila y un cuchillo.

Ver un objeto con todos sus detalles es una cosa, pero encontrar su esencia es otra muy distinta; es una cuestión de preguntarse ¿Qué es lo que hace a este objeto ser lo que es y no otra cosa?, ¿Cuál es su límite?

La respuesta gráfica la encontramos en los ejercicios de los alumnos, a quienes se les pidió explorar la creatividad más allá de la forma (como ya habían hecho en su ejercicio 2); ahora, esos límites también deberían ser rebasados en la técnica. Para ello experimentaron no sólo con el pincel, el lápiz o el gis pastel, sino incluso con los más diversos e inusuales materiales como un improvisado trozo de alfombra. La riqueza obtenida se reflejaría en el resultado final, donde no tendríamos típicas soluciones sino acercamientos mucho más innovadores e inesperados.

Se rompió también el estigma de que el original mecánico debe ser perfecto; en el taller, la corrección de los ejercicios podía darse sobre los mismos bocetos, recortando partes de otros, aplicando parches de papel, utilizando tinta blanca o simplemente enmascarillando.

Aquí la creatividad era lo más importante, y no tanto la abstracción final; el darse cuenta que una buena solución de diseño no siempre surge de los caminos convencionales, sino también de la experimentación.

Podríamos decir entonces en una extraña paradoja, que el Diseño Gráfico es una disciplina con reglas muy claras, donde todo se vale.

 

 

 

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IV La elaboración de un logotipo

Los alumnos deberían combinar los ejercicios hasta aquí trabajados, desarrollando un logotipo y una portada para el ensayo de Octavio Paz, haciendo uso de tipografía y de la abstracción del objeto seleccionado.

De este modo comprobaríamos que lo que parecen simples ejercicios gráficos, pueden convertirse en verdaderas propuestas de diseño y que el camino a veces tedioso de realizar siempre más de una veintenea o treintena de bocetos produce resultados efectivos más allá de lo común.

A la par de este ejercicio se estudiaron también algunas figuras retóricas del lenguaje, como la metáfora, la hipérbole, la sinécdoque, etc., con el fin de expandir los horizontes de nuestra expresión, más allá de lo trillado y poder sugerir textos atractivos en nuestros productos de diseño. Romper con la idea de que el diseñador es tan sólo un sugerente de “dibujos” pero no más allá; esto es una falacia, el Diseñador Gráfico no debe quedarse ahí, de hecho su reconocimiento no debiera ser ese, sino Diseñador de la Comunicación Visual, pero para alcanzar este nivel debe demostrar pericia e ingenio, no sólo en el manejo de la gráfica, sino de la creatividad, el lenguaje, la percepción, la psicología, la semiótica y muchas otras disciplinas que lo conformarán como un profesional integral.